Buscando material para el Blog me encontré con éste artículo de Actualización docente del portal Educar que me impactó por una concatenación de preguntas que plantea y busca orientar en su respuesta.
Sentí como si el autor me hubiese leido la mente. En una ráfaga de dudas el artículo enumera: "Las preguntas hoy en día son cómo piensan los estudiantes de esta generación, sobre qué estructuras mentales se desarrollan sus razonamientos, qué eligen hacer con el conocimiento, cómo son sus procesos de socialización, etc. Y frente a esto, ¿cómo adaptar las prácticas educativas a las necesidades de la Generación N(et)?"
Tal vez uno de los desafíos más importantes sea llegar a conocer a quiénes estamos educando, para poder de ese modo motivarlos, estimularlos, dialogar. Por otro lado, y en función de ese conocimiento, habrá que intentar nuevas articulaciones del proceso de enseñanza-aprendizaje que incluyan a las nuevas generaciones que están llegando a las aulas.
El artículo se llama
Actualización docente: alumnos nativos y docentes inmigrantes
y me resultó por demás de interesante!
Mi encuentro con la Generación NET se dio en el aula, antes que en los textos de estudio. Eso es algo positivo, claro está, pero también implica un efecto sorpresa, un shock de realidad. Volví a las aulas universitarias tras 7 años de ausencia hace 3 años atrás. Además de ejercer un rol diferente (volvía como docente tras haber sido alumna) encontré un mundo diferente. El escenario era casi el mismo y puesto a ver... no habían pasado tantos años, pero todo tenía otro color, otra esencia, reinaba otra cultura. La cultura de la Generación NET, de los Nativos Digitales.
¿Y cómo se ve ese cambio concretamente en el aula? Para mí se grafica con una anécdota: En una de las primeras clases, charlando con los alumnos (promedio 21-24 años, estudiantes del ciclo superior de la carrera) les hablé del contenido de un artículo de Pablo Kreimer sobre Ciencia. Mencionamos y comentamos de qué se trataba. Referenciamos que se había publicado en diario Clarín pero no teníamos la nota para dárselas. Un alumno con los ojos clavados en su notebook exclamó "Acá está profe!" y lo leyó en voz alta para la clase.
La sensación fue extraña, reconfortante aunque generó cierta adrenalina. Fue como aquella que se experimenta en un examen, cuando uno siente que estudió pero revolotean las mariposas en la panza.
Desde ese momento sé, que muchos mitos áulicos se han derrumbado -afortunadamente casi todos para bien- quienes habitamos las aulas no somos los mismos y es un desafío cultural, pedagógico y generacional construir conocimiento... en el mundo real, más allá de los discursos.
